Menú
Crónicas

Poesía en la cárcel de menores

Esta es la historia de una edición limitada de Corazón de Hueso y de la desaparición de su autor.

Por radioactivx

«Yo no he tenido accidentes, sólo catástrofes», dos versos bomba cacheteando en el inicio. Voy leyendo con atención cada palabra. Un librillo apenas, breve, cinco páginas que me lo describen todo, con una claridad iluminada por las llamas de un fuego. En el colofón dice que fue escrito posterior al siniestro de Navidad, un veinticinco de diciembre, en el año dos mil diecinueve, cerro Rocuant, San Roque y Ramaditas. «El incendio se llevó mi infancia, ahí dejé de ser niño».

Noche de ceniza, poema autobiográfico. Se plantea la idea de poder hablar con Andy, su autor. Dudo. Se me aprieta la guata al pensar en la burocracia, la eternidad de mariguanzas que se deben hacer, los correos, los llamados, las viejas de mierda con las que tendría que transar, y esperar tres mil horas una respuesta desganada o déspota que no me servirá de nada.

Pienso en preguntar a alguna de las cabras de «pajarx entre púas», que pudiera orientarme un poco sobre cómo se logra ir a conversar con alguien a quien tienen retenido en las dependencias de un recinto del SENAME. Menor de edad, el triple de engorroso. Y es que la fragilidad de las infancias y adolescencias, no vaya a ser que un sádico o un pedófilo culiao vaya a ver a un cabrito, por eso tanto resguardo. Rabeo pensando en ese hecho oculto tras un tupido velo, de que varios de los que le gusta el webeo con les niñes, la crueldad y las vejaciones con les menores, están dentro de ese sistema mismo. Imagino que como se chacreó la mano con la Iglesia, ahora parece que se meten de carceleros.

«Yo estoy acá, en la casa 12, el otro día subí al techo, miraba lejos, siempre lo hacemos, mirar lejos». Viene a mi mente el recuerdo del sistema de las casas, hace años me lo describió una chica que trabajó para la biblioteca Libro Alegre. Tenían (desconozco si es que existe aún) una revista «de niños para niños» llamada Calcetín con papa. Hubo un especial «entre rejas», otorgando un espacio de expresión creativa (dibujos, poemas, cuentos, etc.) para les cabres recluidos en aquel entonces. Ella quedó medio sorprendida de cómo se distribuyen, cómo operan, y con el eufemismo dulzón de eso de llamarles «casas». Si mal no recuerdo, hubo un atao con un intento de censura: uno de los muchachos internos escribió, entre muchas otras cosas, que la gente del centro, guardias a cargo, los golpeaban; y como propuesta, para dejar a les adultes tranquiles, se quería arrancar esa hoja a todos los ejemplares impresos (porque claro, se les puede golpear a destajo, pero que no se entere la opinión pública). Ni idea cómo habrá sido la resolución final.

Le han perdido el rastro a Andy. Pienso mucho, atormentado por imaginarme a un cabrito que escribe tan bello atorado en ese sitio. Ex Lihuen, actual CIP-CRC. Edad de reclusión, catorce a dieciocho años.

Veo diferentes noticias sobre ese lugar por toda la internet. En los comentarios hay gente vomitiva, de diversos colores políticos, rogando para que la responsabilidad penal sea menor a la vigente; por una cuestión de seguridad pública. «Esos no son niños» tecleó un viejo vinagre desde la comodidad que le permite internet. Desafectados, zombies cagados (paridos) por el neoliberalismo, creen que no se le debe entregar herramientas a les niñes sobre el sexo, porque son niñes, pero obvio que se les puede encerrar en una cárcel, porque son violentos y saben lo que hacen. Qué intensa esa manera de pensar; aweonaos. ¿Qué es tener catorce, quince, dieciséis años, y estar atorado ahí?, edad de reclusión penal desde los doce, dice otra señora ridícula. ¿Doce?

Me dan el contacto de Gonzalo, de Corazón de Hueso, editorial que armó el libro con el poema de Andy. Le escribo por whatsapp, y me manda un audio. Cuenta que él fue a hacer un taller de diseño y expresión al centro de Limache. Dentro del lugar hay condenados e imputados. Gonzalo fue a una de las casas de los condenados. «Esa casa, era como media primeriza», comenta, «había dos cabros no más, uno era el Andy y el otro no recuerdo. Pero a ese no le interesó el taller. Andy se quedó». De ahí comienzan a conocerse, el chiquillo estaba medio desmotivado para conversar en un inicio, pero soltaba algunas cosas, le contó que era de Valparaíso.

 «Empezamos a hacer algunos ejercicios de diseño, empecé a hablarle de carátulas de discos, porque le gustaba el hip-hop. En un momento le pedí si podía presentarse, hacer una biografía de él, como quisiera; ahí le di un tiempo, y empezó a escribir».

Andy acaba por entregarle un texto en bruto, con algunos detalles sobre sí mismo, que no se encontraba en el estado en el que se publica finalmente, fueron trabajándolo juntos. «Ahí empezamos como a complementar, a partir de una base que él hizo, yo haciéndole más preguntas»; a medida que el joven iba respondiendo y armando un relato, Gonzalo escuchaba y transcribía sus palabras. «Así nació el poema». Andy rapeaba, le cantó al editor incluso. Se sintió motivado en un principio con el taller, la poesía le pareció que era lo mismo que el hip-hop. Posteriormente, no quiso trabajar más.  Tiempo después Gonzalo decide colocarle un título al texto.

Que fome no saber más de su autor. Dejo de lado la escritura. Me da cosa hablar del incendio. Debo salir a trabajar. Bajo por avenida Francia hasta el metro; hoy toca acompañar a la Noelia le Shalá. Pienso durante la jornada laboral cómo podría escribir sobre ese librillo tan potente. Noelia tiene una rutina a voz y guitarra, yo la acompaño algunos días con el yembé. En una de las rondas de canciones, para finalizar canta el «Corazón de poeta» de la Jeanette, ella dice que se la dedica a Chile, «porque les recuerdo que afuera no nos conocen por el fútbol, sino por nuestras letras, nuestros poetas, nuestros premios nobel», comentando también a les pasajeres que si hay alguien por ahí a quién le guste el hip-hop, pues claro, también es poesía. Imagino que Andy, donde quiera que esté, con Noche de ceniza, se ha inscrito en esa noble tradición nacional.

(*) Ilustración de Vladimir Morgado.

Sin comentarios

    Leave a Reply