¿Qué se podría decir de un género que evoca la discusión sobre otros y, en este caso, sobre él mismo? En un contexto de crisis que transmutan en oportunidades, hoy las respuestas a esta pregunta surgen de un nuevo lugar, tal vez antes impensable: el segundo lanzamiento de un sitio web sobre literatura local a cargo de unas y unos jóvenes de provincia.
Por Tabata Yáñez
De la paradoja, hace un par de años, nació un espacio virtual al que llamaron Plataforma Crítica. Fue el resultado que arrojaron los diagnósticos de un territorio vivo por tanta escritura, editoriales, ferias, tradiciones ocultas, voces y redactores que estaban siendo digeridos por medios nacionales, mayoritariamente ajenos a su realidad y geografía.
Valparaíso, como región, es el segundo espacio en Chile que produce más libros, informa el dato duro. Y ahora, después de un tiempo, se presenta el segundo lanzamiento de un medio alternativo como este, que viene acompañando las narrativas y discursos de quienes recorren el ecosistema completo. Y que, además, ha generado la discusión y difusión de voces no sólo aquí, en esta ciudad, sino también fuera de ella. Como consecuencia, los invitados para hablar sobre lo que nos convoca (el estado actual y la crítica literaria en Chile) son variados y cada uno, a lo largo de este diálogo, va dejando pistas sobre cómo piensan la crítica desde sus propias trincheras, historias, subjetividades y roles.
A fin de cuentas, pareciera que de eso mismo se trataría: de la construcción de un registro personal y la lectura que nace entre un «yo» frente a una «otredad». No siempre existirán acuerdos ni zonas de confort. En ese sentido, habría tantas críticas como personas y no tenemos que necesariamente coincidir. Por último, la opinión sobre el mercado –y su relación no sólo con la literatura– siempre es tema de discusión.
Lorena Amaro, doctora en Filosofía, directora del Instituto de Estética de la PUC y crítica literaria de Palabra Pública, es una de nuestras invitadas (y quien articula su voz desde su trabajo como profesora, investigadora y académica). También nos acompaña Rodrigo Pinto, crítico y docente del diplomado Literaturas del Mundo de la Universidad de Chile, que se sitúa simplemente como lector. Les sigue Diego Armijo, escritor y parte del equipo de colaboradores más presentes de Plataforma Crítica; él, derechamente, es el peleador. Por último, Cristóbal Gaete, también escritor y editor de este medio, que se inclina por el dialogante con fama de intruso.
Panorama actual de la crítica: medios tradicionales ya no dan cierta autoridad
Rodrigo: Recordaba la Feria del Libro de Guadalajara del año 2012 y la gran pregunta rondaba en la autoridad como crítico. La respuesta, en general, era el medio y cómo los medios tradicionales y los espacios iban a la baja. Esa pregunta sigue vigente pero se sale de ámbito, ya no son los medios ni los espacios culturales tradicionales quienes te dan cierta autoridad para hablar sobre libros. La gracia de la crítica literaria es que no tenemos por qué estar todos de acuerdo. El espacio era más delimitado y uno leía a los otros críticos; hoy hay que salir a buscarlo, pero eso le da más riqueza todavía.
Cristóbal: En los años en que yo me estaba formando había varios medios independientes en acción tanto en Valparaíso y Viña del Mar como en otras partes de la región. A medida que fui creciendo, estos proyectos iban a la merma. No puedo verlo sólo desde una óptica negativa porque permitieron espacios intermedios donde las personas que escribían no contaban con una autoridad, aunque sí con la posibilidad de entregar sus visiones. Eso está en varios medios web actuales, como Origami o La Palabra Quebrada. Al ser más horizontal, garantiza una diversidad de voces que me parece interesante. No es comparable a la gran época de la prensa chilena, pero sí hay una amplitud.
Lorena: Todas las mesas giran en torno a la cuestión apocalíptica de la crítica. Pero creo que está bueno esto de tener que salir a buscar, que la crítica no se dé sólo en los espacios más hegemónicos. La hegemonía de El Mercurio, por ejemplo, como un espacio para la crítica nos ha hecho solamente daño. Yo quiero creer que hoy es posible. Hay gente que está trabajando hasta en Tik Tok y una serie de figuras que desarticulan la cuestión de la autoridad. Creo que es muy saludable que haya gente joven escribiendo críticas. Está bueno empezar a desarticular las nociones con las que hemos crecido.
Diego: Bueno, lo de Matías Rivas de decir que sólo hay dos críticos en Chile, dos hombres que además escriben en El Mercurio, me parece de una flojera tremenda, siendo que hay una variedad de medios que podría buscar o leer. Uno lo hace buscando libros que le interesan, hay una variedad de páginas en ese amateurismo que tenemos los otros cabros y yo, que escribimos en condiciones más adversas. Trabajando con editoriales, cuando mando libros a críticos me he dado cuenta de que la mayoría de los cabros de medios virtuales –donde no hay pago– viven en comunas periféricas de Santiago. Desde ahí se escriben esas críticas y se entienden esos textos.
Otros formatos pueden ser críticos (crónica, perfil, entrevista y reportaje)
Rodrigo: Yo creo que son distintas formas de aproximación a la obra y que tienen diferencias y matices. Para mí eso es la crítica, compartir una lectura y ponerla en común. Me parece que las entrevistas y perfiles son otras formas de aproximación que implican ciertamente un punto de vista, eso sí. Y eso me parece que está muy bien, no existe una neutralidad en ninguno de estos géneros.
Lorena: Se han cerrado espacios culturales no solamente para la crítica tradicional pensada para la reseña, sino también para entrevistas y reportajes. Encuentro bueno lo que hacen con algunas entrevistas y perfiles, hace mucho tiempo que no leía estos formatos. Me parece buena la idea de Plataforma Crítica porque Valparaíso tiene mucha literatura, se vincula con Limache, Placilla, etc. Hay un movimiento por el mapa. Me preocupa simplificar o esencializar algunas ideas.
Cristóbal: Esto parte de una conversación que Lorena, Rodrigo y Hugo Herrera Pardo tuvieron el año pasado en La Palabra Quebrada, donde Lorena activó esa idea de que también otros formatos se pueden abordar de una forma crítica. Los escritores y todas las personas van diseñándose todo el tiempo, entonces ¿de qué forma se puede abordar eso críticamente? ¿Qué se puede hacer en el reportaje? Es un tema. En un lugar donde existe la libertad, como en un medio alternativo, deberíamos poder ejecutar esa visión crítica libremente porque hay menos miedo.
Desafíos de un medio alternativo dedicado a la crítica: ¿se puede hablar de emprendimiento?
Diego: De hecho, una entrevista que le hice a Diego Alfaro hablaba de este tema: piensa las editoriales como pequeñas pymes o empresas y le gustaría que esas editoriales se pensaran así, pero en el sentido, explicaba, de profesionalizarse. Pensar la cosa como un negocio que, aparte de publicar, le dé rédito como profesional. Pero siempre está en esas fronteras neoliberales de cuándo se transforma en un negocio.
Rodrigo: Me parece supervalioso un medio como Plataforma Crítica: de todos los libros que reseñaron yo había conocido dos o tres, de los otros no tenía ni la menor idea. Consolidar una mirada regional es de una gran riqueza y por lo tanto, merece que se lo difunda ampliamente. Ahora, sobre el mercado y la academia –y quiero juntarlo también con el tema de las editoriales independientes–, traté siempre de incorporar más. Entonces, me quedó dando vueltas lo del mercado: ¿qué es? ¿Es todo el proceso de producción de un libro, desde su escritura hasta edición, venta, circuito? Si eso es, entonces, si hay un mundo rico, complejo y distinto, ¿hasta dónde uno puede desmarcarse y cómo podríamos entender el mercado del libro?
Lorena: Me parece muy importante que estas iniciativas puedan tener respaldo. Se ha planteado muchas veces un sistema de competencia que deja a mucha gente fuera del acceso a esos fondos y una serie de problemáticas. Lo del tema del mercado y la academia, a mí misma, que trabajo el tema de literatura de mujeres, me da distancia. Hay una serie de cuestiones que terminan convirtiéndose en mercancía: la misma literatura como signo de estatus, el andar con el libro Anagrama bajo el brazo, alguien me lo decía: eso igual tira pinta. No tiene que ver con el trabajo de crítica, sino con un sistema mayor. ¿Hay alguien que esté por sobre el mercado? No lo creo.
Cristóbal: Esa pregunta me pareció muy interesante porque, en el fondo, qué se podría esperar, cuál es el desafío de Plataforma Crítica. El proyecto fue realizado casi bajo la pandemia, no hemos podido tener los espacios de reunión ideales. Lo que más me gustaría de todo es convertirme en un factor cada vez menor en relación a la posibilidad de que la agenda la construyan ustedes, las personas que escriben. Como soy un ñoño de la literatura local, bien si escriben una crónica de Juan Uribe Echeverría, pero mucho mejor cuando escriben un perfil de Lila Turquesa Mentolada.
Pregunta del público: ¿Desde qué rol se sitúan ustedes como críticos?
Lorena: Yo creo que los roles son dinámicos y también deben ser coherentes. Mi rol tiene que ver con el lugar de donde vengo. Soy profesora, empecé hacer crítica porque me sentía muy agobiada con la escritura académica y con no tener esa conversación con el presente. Empecé trabajando como académica y me decían que mis escritores estaban muertos y que por qué no leía a los vivos. Entonces el aprendizaje estos años ha sido tratar de leer a les escritores vives. Y desde el lugar de mi trabajo como investigadora y académica, creo que eso constituye parte de la voz que se ha ido armando. A veces me siento muy tiesa, otras más ensayista.
Rodrigo: Estudié literatura y comencé a trabajar en una revista llamada Apsi donde hacía el puzzle. Como era muy amigo del editor, me preguntó que por qué no lo intentaba. Han pasado veinticinco años desde entonces y sigo escribiendo crítica literaria. Me formé en distintos medios, chilenos y españoles. Y si hay algún papel desde el cual me gustaría situarme siempre es desde el papel del lector, soy un lector que comparte sus lecturas.
Cristóbal: Mi papel sería el dialogante, estar todo rato queriendo escuchar, me encanta eso. Pienso que la crónica tiene esa posibilidad: un cronista puede ir desarrollando ideas, mientras que un entrevistador tiene la responsabilidad de presentar por qué está entrevistando a alguien, aunque sea muy breve el espacio. Me gustan ambos, en realidad, pero si es por el rol, dialogar y estar todo el rato intruseando a ver qué se puede encontrar.
Diego: Diría que peleador, pero también cambiante. Por ejemplo, en Plataforma Crítica no escribo críticas de libro; sí en otras revistas online. Me he dedicado a varios otros géneros, en los que cambia el registro y el acercamiento. A pesar de que a veces en los perfiles he he criticado o cuestionado a ciertas personas, también es variado. En las entrevistas puedes ser pesado frente a textos u otro tipo de género de la crítica, también uno se acomoda y va viendo que no es necesario ser tan pesado.
Literatura chilena de mujeres y disidencias: es necesaria la crítica en general
Lorena: Primero habría que preguntarse si es necesaria o importante la crítica en general, que es una de las cuestiones que están en juego hoy día por ser un lugar, como dijo Rodrigo, que se construye desde la autoridad. Hay mucho entusiasmo y a veces se construyen lecturas de fans: el escritor se convierte en un personaje popular y eso deriva en que no se pueda producir lo que se ha comentado acá: el diálogo crítico que nos ayuda a pensar o repensar las cosas diferentes. Yo creo que la crítica es plantear un recorrido, pasear de la mano de alguien. Las y los críticos literarios no odian la literatura, la aman, entonces, cuando hacen sus textos, hacen su recorrido. Engordan el libro, suman algo más, te dicen: bueno, podríamos ir por acá y eso es positivo. Esa figura es buena cuando se construyen voces nuevas, que alguien diga algo. El crítico puede entrar en un diálogo con les autores. Y ese diálogo no hay que menospreciarlo.
Reflexionar sobre las obras desde el periodismo cultural las enriquece
Rodrigo: Hay grandes críticos y escritores que afirman que la literatura no existe sin la crítica. La crítica puede unir todos los hilos de un gran tapiz. Los escritores pueden aprovechar mucho esa riqueza. Un punto de vista crítico, no en el sentido demoledor, sino como una manera de haber percibido esa obra, puede enriquecer mucho su mirada con el punto de vista de otres.
Diego: Permite, para empezar, alguien con quien conversar, que te lee y se da el tiempo de escribir algo sobre tu libro, ya sea que le hayan pagado o no. Puede ser positivo o negativo, puedes estar de acuerdo o no, pero es mejor eso que el silencio.
Cristóbal: Yo creo que le dan hartas cosas. Una –la menos romántica– es que, efectivamente, generas un trabajo con ingresos en relación a la escritura, aunque no sean los ideales. Por otro lado, creo que le dan una amplitud en el sentido de que el periodismo cultural es una máquina, se tiene que hacer todo el tiempo. Entonces, no hay forma de que uno elija todo lo que va a haber ahí. Es una riqueza muy amplia. Una persona que está en el periodismo cultural no puede escribir en un solo registro, no funciona así.
Lorena: La pregunta opone un poco falsamente la figura del crítico a les escritores. El crítico también es escritor y escritora. En Chile, ya lo ha dicho Cristóbal, hay personas que surgen de novelistas, críticas, periodistas culturales, en fin. Esa escritura aporta a la de otres en la medida en que vuelve sobre algunos temas, señala puntos de vista y se transforma en una especie de diálogo que da una visibilidad distinta a la divulgación promocional de un libro.
Pregunta del público: A partir de una entrevista de Damián Tabarovsky, ¿qué significa relacionarse con el mercado desde la literatura y su distribución de manera incómoda?
Rodrigo: Derechamente, la industria del entretenimiento que más le interesa promover a los grandes grupos y que mueve también premios como el de Planeta, donde la crítica y las editoriales no tienen nada que hacer. Para relacionarse con la literatura, yo creo que demanda, no sé si una manera incómoda, sino que, más bien, de manera selectiva puede ir trazando su propio camino crítico.
Diego: Desde otro rol, yo soy vendedor de libros independientes en ferias. Frente al mercado y esa discusión de ser una especie de incomodidad, lo planteo desde qué libros uno vende en una mesa. Yo desde Valparaíso, en Santiago o en cualquier lado, siempre llevo el mismo catálogo de libros y editoriales bien acotado. Se vende lo que siempre se vende; se vendería más si tuviera best sellers. Pero uno no sólo necesita vender.
Lorena: Yo me siento reidentificada con lo que se está preguntando porque, de hecho, Tabarovsky tiene un libro llamado Literatura de izquierda donde plantea estas cuestiones y otras que me parecen atractivas. También hace una lectura sobre la academia y sobre el lugar de la literatura de mercado y los lugares de entrecruzamiento. Es difícil pensar en lugares puros, no creo en la literatura pura. Hay una serie de cuestiones que tienen que ver con cómo conceptualizamos la literatura y en ese sentido, pensar el mercado es una cuestión omnipresente y difícil que no se apropie, incluso de causas políticas.
Cristóbal menciona a lxs colaboradorxs: Pablo Jara, Francisca González, Tabata Yáñez, Silvana González, Diego Armijo, Vladimir Morgado, Kika Francisca González, Christian Le-Cerf, Javiera Espinosa, Fernanda Meza y Guillermo Mondaca, Teodora Inostroza, Bianca Ceverino y Gabriel Ocaranza, Gaspar Peñaloza, Tomás Pérez, Francisca Alzamora, José Díaz, Macarena Müller, Catalina de los Ríos, Canidae y Rafael Cuevas.
(*) Ilustración de Vladimir Morgado
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