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Reportajes

Diecisiete años después: el regreso del Premio Municipal de Literatura de Valparaíso

Desde la Municipalidad de Valparaíso y la Mesa de Literatura, comenzó el proceso de recuperación del premio, el cual se espera que se entregue el 2024. Luis Retamales, Ernesto Guajardo y Jovana Skármeta, conversan sobre la construcción y los efectos del mismo.

Por Tomás Pérez

Acababa de cumplir ocho años de edad cuando comenzaron a recibir las postulaciones al último Premio Municipal de Literatura de Valparaíso. Era 2007, el alcalde de la ciudad era Aldo Cornejo, el premio llevaba al menos una década en la región y la elección del ganador recaía en el Concejo Municipal de aquel entonces.

Existía para cada premio un comité de expertos, que ese año estaba conformado por Álvaro Bisama, Cristián Vila Riquelme y Darcie Doll y que propuso unánimemente a Eduardo Correa como ganador, autor de Bar Paradise o El incendio de Valparaíso, entre otros libros. El Concejo eligió a Arturo Morales.

Después de una casi pelea pública al más puro estilo intelectual, con escritos y reclamos que aún se pueden encontrar online, el premio dejó de existir. Para el reconocimiento que tenía el premio (en su momento tuvo como parte del comité de expertos a Ennio Moltedo, Sara Vial, Virgilio Rodríguez, o como ganadores a Patricio Manns, Juan Cameron, Roberto Ampuero, Modesto Parera, Moltedo, Vial, entre muchos otros) el final se dio de manera abrupta y sin una versión oficial ni aviso público; dejó de existir sin más.

Dieciséis años, dos alcaldes, un estallido social y una pandemia después, recién está comenzando un proceso de recuperación de la mano de la Mesa de Literatura y la Municipalidad de Valparaíso.

La Mesa de Literatura

Un papel importante en la actual recuperación del premio lo cumple la Mesa de Literatura. La mesa es quien propuso la recuperación del premio para el PMC, quien genera distintas comisiones para revisar temas relacionados con el premio, y quien propuso criterios para la Mesa Técnica que funcionará durante estos meses.

Retrato de Kika Francisca González.

En ella participan nuestros entrevistados. El primero, Luis Retamales, es escritor y gestor público. Vive en Valparaíso desde hace más de una década y desde este año es miembro activo en la mesa.

«Es una mesa autoconvocada que viene del proceso de construcción de las políticas públicas de cultura de la Municipalidad de Valparaíso. Es voluntario, las personas que quieran participar, estar en la mesa y que trabajen en el ecosistema del libro, pueden participar. La mesa toma decisiones para esos procesos», me dice Luis.

¿Quiénes participan en la mesa?

–Hay dimensiones de gente que participa: creadores, mediadores, profesores, bibliotecólogos, periodistas. Dependiendo del momento en que se esté, a veces se tiene una visión más que otra, no sé… hay más mediadores, entonces aparecen más perspectivas desde ese lado. Participan poco los creadores, entonces a veces se pierde la dimensión de la creación; está, pero no está en términos de que haya actores. Todo eso confluye en la mesa.

¿Cómo fue el proceso de crear los criterios para el premio?

–El premio antiguamente era un premio por trayectoria, uno solo; ahora se va a premiar eso, pero además se propuso que haya un premio a la obra, a un autor joven, a un inédito, que se aproxime a lo que es el Premio Municipal de Santiago. Y que en esas instancias haya premios a la diversidad de espectro de autores.

¿Algún reconocimiento que quisieras agregar?

–Yo creo que es importante dar, porque se cierra de mala manera el premio, un premio póstumamente al poeta Eduardo Correa. Debería darse ese y un ganador. Creo que es bueno hacer esos gestos que simbólicamente nos construyen. Hablando de la profesionalización de la cultura, una de las condiciones que tienes para que se desarrolle de mejor manera la literatura son los procesos cívicos y democráticos. Creo que resarcir eso es importante, por cómo nos constituimos nosotros como escritores en Valparaíso y lo que significa eso.

¿Por qué se intenta recuperar el premio?

–Por todos lados es importante. Una, porque se recupera algo que se había perdido; en un organismo público, lo peor es perder cosas. Uno no trabaja para adelante perdiendo, sino ganando cosas. Entonces, que pierdas el premio municipal habla muy mal de las políticas locales. Eso no habla bien de una gestión ni tampoco de la institucionalidad del libro, que somos todos.

¿Y respecto a lo literario?

–Es bueno porque dinamiza la actividad literaria, los premios cumplen esa función. La hacen más competitiva, en el buen sentido de la palabra. Cuando existe un premio, un incentivo, se desarrollan más competencias. Hace que el espacio de desarrollo local crezca, que pueda haber espacios de perfeccionamiento, que promueva que haya más talleres de literatura o espacios alternativos de formación.

¿Dónde debería entregarse el premio?

–Yo no considero bueno que sea en el Gran Valparaíso, a modo personal. Lo que sí, hay otra condición que me parece interesante. Por ejemplo, la gente que participa en la mesa, tiene como condición vivir, trabajar o estudiar en Valparaíso. Ese podría ser un mejor escenario, un mejor corte. Puedes ser de otro lado, pero vivir acá, estudiar o trabajar. Tienes una relación, una dinámica con la ciudad, eso puede ser interesante.

En el texto de Ernesto Guajardo sobre el premio, menciona que el premio no le parece necesario si es «para pagar favores políticos, o consolidar amistades literarias», ¿cómo evitar eso?

–Que sea lo más técnico posible; que se privilegie la obra. Premiar la obra es premiar el esfuerzo, porque el desarrollo de obra es tiempo de obra y desarrollo. Y externalizarlo todo: que las comisiones sean lo más transparentes posibles, lo más alejado del municipio, aun cuando es el mandante. La autonomía y las autorías, eso es fundamental.

La Mesa Técnica: Ernesto Guajardo

Los primeros pasos en la búsqueda de la historia del premio los di leyendo el artículo de Ernesto Guajardo para El Martutino escrito el 2020. Ahí describe la disolución del premio, le da voz a los implicados de la época y a dos escritores de Valparaíso que han ganado el premio municipal, pero en Santiago.

Ilustración de Vladimir Morgado.

Ernesto es editor en RIL Editores y escritor. Actualmente participa en la Mesa de Literatura y está siendo postulado para la Mesa Técnica, que va debatir los aspectos técnicos del premio. Ha estado implicado en la recuperación del premio desde el 2016, como secretario de la Sociedad de Escritores de Chile Filial Valparaíso (SECH). Ese fue el primer intento de recuperarlo, pero quedó en el aire.

Después de ese periodo, ¿cómo surgió la actual recuperación?

–Esto empezó a activarse después, cuando la Municipalidad convoca las mesas de cultura; en el caso de la Mesa de Literatura, empieza a discutirse, entre otras cosas, el tema del Premio Municipal. Con Gladys González, ya no como sociedad, si no como personas particulares, empezamos a proponer que se pueda discutir lo de reponer el premio. Ahí entra Violeta León, que de alguna manera conduce, dinamiza el proceso.

¿Cómo se ha dado la participación en la Mesa?

–Echo de menos una mayor participación de los interesados. Eso pasa también en la Mesa de Literatura, nos pasó también en la SECH; pasa en general. Creo que hay algo de lo cual peca la ciudad, pecamos todos, quizás, que es la escasa capacidad de comprometerse a trabajar en cosas que a veces pueden ser un poco aburridas, administrativas, formales, burocráticas, pero que son necesarias de hacer. La vida literaria de la ciudad pasa más a veces por la dimensión de la bohemia que por la dimensión del trabajo gremial.

¿Qué puede pasar con el premio una vez que vuelva a entregarse?

–Yo creo que después que se den sanas tensiones, el premio debería tender a potenciar cierta organicidad de la actividad literaria en la región. Porque espero que el premio genere cosas: podría generar una colección de títulos, en retrospectiva, de todos los premios municipales de literatura que hemos tenido, que se dé en los colegios y que estén en las bibliotecas públicas.

Estrategias de mediación.

–Si tú no conectas al autor o la autora con los posibles lectores, da lo mismo el premio, da exactamente lo mismo. Va a ser una nota en la prensa, un par de entrevistas, un escandalillo de una semana y después nos vamos a olvidar. La persona va a celebrar el dinero que va a recibir, pero si no hay una relación de continuidad, una gestión del premio, no es suficiente. No es que se entregue un diploma, una estatuilla y chao.

¿De qué forma gestionarlo?

–Tienes que hacer algo con eso, tienes que publicar la obra de la persona. Y una vez que la publicas, tienes que mostrarla; si la regalas a una biblioteca y queda llenándose de polvo, nadie va a saber que el libro está ahí. Hay que llevar al autor, a la autora; difundirla.

Estuve leyendo el texto que hiciste para El Martutino, en donde mencionas que «El Premio Municipal de Literatura de Valparaíso se entrega en Santiago», ¿de dónde surge esa idea?

–Fue un poco una pesadez [ríe], pero quería buscar una figura que remeciera un poco. Y con todo el tema que tenemos con el centralismo, «que los santiaguinos aquí, los santiaguinos allá», me pareció una sana provocación. Sí, mucho con Santiago, pero el premio lo vamos a retirar allá. Hemos sido incapaces de lograr reconstruir el premio nosotros, para nosotros. Por suerte ese artículo va a quedar obsoleto dentro de muy poco tiempo, pero en ese momento era real. Entonces lo escribí para picanear un poco ese debate, para pulsar.

¿Sentiste que tuvo ese efecto de picanear?

–Sí, de hecho, hasta el día de hoy se cita en las reuniones que tenemos. Me preocupé también de conectarlo con lo de Montecinos o lo de Vila Riquelme, que son muy nutricios en términos de análisis. [Nota del editor: dos autores que escribieron sobre el cierre del premio]

¿Qué debates podrían surgir a raíz del premio?

–Puede generar lectura crítica por parte de la academia. Que la academia empiece a mirar también otras cosas; a veces tiene cierto rezago con lo que está pasando en literatura, todavía siguen estudiando, con todo el respeto, a Lemebel o a Eltit, que son pedazos de autores, enormes, pero también hay voces nuevas que han emergido los últimos diez o quince años. A veces hay una relación tardía de la academia.

La Mesa Técnica: Jovana Skármeta

Jovana es asesora del Fondo del Libro y la Lectura, directora de la Editorial UV, y actualmente postulada para ser parte de la Mesa Técnica de la recuperación del premio Municipal. Ante la importancia del regreso del premio, Jovana me dice:

«Es muy importante que vuelva este premio, desde luego. Estuve en los premios de la Academia Chilena de la Lengua hace menos de un mes y, de los cinco premiados, tres, aunque no todos eran de literatura, eran de la región; ahí pensé en lo importante que sería tener un premio aquí. Es una región que tiene un montón de editoriales, de creadores, de talleres, que cada día tiene más juventud detrás de esto. Es importante para la juventud también ver referentes a través de este premio».

¿Te parece importante que sea un premio local?

–Claro, porque los premios municipales no solo tienen que ver con lo literario, también tiene que ver con la identidad, la territorialidad y la descentralización. Estamos en un momento en que la centralización está pasada. En el fondo, el premio literario no es solo para reconocer al autor, es para reconocer a la ciudad también.

Fuiste postulada a la Mesa Técnica del premio, ¿te interesa ser parte?

–Yo siempre estaré dispuesta a participar. He sido evaluadora de proyectos del Fondo del Libro, jurado en el Premio Municipal de Santiago, en el Roberto Bolaño, en más de algún premio, y voy a estar siempre dispuesta a algo que sea en mi región, de donde soy originalmente, y también en donde trabajo. Esa fue una elección personal mía, venirme acá.

Ilustración de Vladimir Morgado.

–¿Qué autores rescatas de la historia literaria de la ciudad?

–No son pocos. La historia de Valparaíso está llena de ejemplos: el paso por acá de Violeta Parra, pasando por Neruda, siguiendo, más atrás, Rubén Darío y luego Ennio Moltedo, Carlos León. Y narradores jóvenes, como Álvaro Bisama, que es porteño, Natalia Berbelagua.

¿De qué modo crees que aportaría a la ciudad?

–Ya es suficiente que el Valparaíso de postal siga siendo la imagen región, la imagen ciudad. No, no es la foto del Cerro Alegre, de equis restorán. Tiene que ser del territorio, pero también de todas las artes. Si el discurso va a seguir siendo solo un discurso vacío de que Valparaíso da las oportunidades, que Valparaíso reconoce a sus creadores, pero sin, por ejemplo, un premio municipal, el discurso está vacío, y vacío hace bastantes años.

(*) Ilustración principal de Vladimir Morgado.

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