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Reseñas

Una carta al tiempo

En Querida Amiga, Karina Aliaga entrelaza fotografías y palabras para tejer una conmovedora narrativa que trasciende el mero registro del pasado. Aliaga revela la historia de su abuela Ana, rescatando así las amistades, risas y valentía que marcaron una época que perdura en las fotografías. Este fotolibro, impreso en los talleres de Cerro Press en Valparaíso, se convierte en un tributo conmovedor a la memoria y la amistad.

Por Juana Balcázar

El regalar una fotografía, y escribir una dedicatoria, transforman la imagen y hacen que lo propio se comparta, se le agrega una interpretación intencionada aparte de lo retratado en la materialidad de la imagen. El acto de rayar o anotar, le entrega sentido de identidad, que da paso a la vivencia y la nostalgia.

Me remito ahora a un texto esencial de la fotografía, donde algunos de sus pasajes me hacen sentido al apreciar el fotolibro de Karina Aliaga. En La cámara lúcida, Roland Barthes establece que la fotografía es inclasificable, ya que tiene que ver con la esencia de lo fotografiado: «la fotografía repite mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente». O sea, que una foto no puede ser clasificada porque está influenciada por la contingencia en la que fue hecha esa foto.

En capítulos posteriores de este libro (específicamente el número siete), el teórico francés establece que la fotografía es una aventura, ya que existe una posición existencial de la fotografía tomada, lo que se quiere transmitir a través de la imagen le da vida, le da expresión.

Entonces llega este pequeño libro a mis manos, y es un efímero retazo de tiempo. Donde esa repetición mecánica de lo que no podrá repetirse existencialmente, devela un extracto de vida. Un pequeño mundo vivido hace poco más de ochenta años por Ana Luisa Fuentes, la abuela de Karina.

Y quiero darle específico reconocimiento a la acción de escribir sobre una fotografía. Si bien Barthes se centra por obvias razones en la «emanación del objeto referente dentro de la foto». La escritura puede agregar significación a lo retratado, ya no se convierte en algo ajeno, cuando una persona calca con su letra un espacio de la imagen y la regala.

Realizar un fotolibro sobre aquello, es sin duda construir en base a memorias, un objeto dedicatorio y con él un gesto más grande. Karina Aliaga encuentra un sobre, dentro de él, fotografías, y con ellas escritos y palabras con distintas caligrafías que denotan dedicación, admiración y amor. Amistad, esa es la otra palabra.

El archivo reconstruye la historia de su abuela, que viajó a sus dieciséis años desde Talca a Valparaíso. Era 1938 y en esta nueva ciudad estudia en un internado de enfermería en el Cerro El Litre, donde conoce a sus compañeras, a sus nuevas amigas. Este es un testimonio de su libertad.

En el escrito que finaliza el libro, vemos a una abuela que antes de este descubrimiento por parte de Karina, se ve más bien despersonificada y asentada en una imagen de, y cito:

«Abuela: casa. Abuela familia.

Abuela, té y pan con mantequilla.

Abuela: devota y servil.

Abuela,

no Ana,

ni amiga».

El archivo de Karina exhibe la amistad entre mujeres a partir de la historia de su abuela.

Dentro de este libro nos enfrentamos a un descubrimiento, pareciera obvio, pero no. Olvidamos que detrás de la vejez existe una historia rica, y en Querida Amiga se deconstruye la imagen de abuela, para revelar que hubo amistades, amores, torpezas, contestaciones y afectos en la vida de alguien que parece hoy una persona «devota y servil».

Esta vida, la de su abuela Ana, es contada a través de las fotografías regaladas por sus amigas. Y cuentan la historia de valentía de marcharse, moverse de una ciudad a otra y comenzar una nueva vida. En el camino, encontrarse a nuevas amistades, y con ellas, comenzar de nuevo. Las fotografías en sus páginas son la de jóvenes disfrutando la libertad, saliendo por las tardes a la playa. El lago y las risas hacen que sean el retrato de una comunidad, mujeres de una época que se miran mutuamente como hermanas, y se atesoran en ese pedacito de tiempo.

Porque también la realidad es eso, el paso del tiempo, y con él las vidas bifurcadas, los acontecimientos que nos llevan al alejarse. Y aquí está la importancia de este fotolibro, porque el olvido nunca es efectivo, siempre existe el resabio de la memoria, y con ella las mismas risas y palabras compartidas en esas tardes de verano.

Querida Amiga está impresa en risografía a tres tintas en los talleres de Cerro Press, en el invierno de 2023 en Valparaíso. El diseño es de Javier Olguín Braüchi y su edición y texto, de la autora Karina Aliaga.

(*) Ilustración de Vladimir Morgado.

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