Todo esto está en ti o la locura será la dolorosa pasión de estos paisajes es una obra de circo contemporáneo que nace como una idea de Paula Jirkal, artista circense ligada a la literatura, que en estos días circula por la región.
Por Tomás Pérez
Una mezcla de danza, poesía, música y proyecciones de los paisajes persiguen la obra de Raúl Zurita. Estrenada el 23 y 24 de agosto de este año por la Cía. Circo Abisal en el Parque Cultural Ex Cárcel; aquí un esbozo de un ensayo y preguntas que surgieron sobre el proceso.
«Buscamos la apertura hasta ser un cuerpo flexible, lleno de aire», dice Javiera Osorio, la directora de la obra. Es lo primero que escucho al llegar al ensayo, en la esquina de una estructura gigantesca: el Centro Cultural Estación Mapocho. Y cada vez que comienzan los movimientos, el aire se tensa.
Aprecio desde un principio haber venido en persona. Me saco los zapatos casi simbólicamente, como quienes ensayan. Atrás el telón blanco del que hablaba Zurita: un espacio que se llena con las pasiones humanas. Me siento, me detengo de respirar; mi cuerpo estático ve una silueta palpitando en el suelo.
«Son años de rayar con Zurita»
«En cada trabajo que tenía en la escuela de circo, ocupaba textos de Raúl Zurita, siempre insistiendo mucho con algunos poemas. Encontré este poema que se llama“El nuevo cantar de los cantares”, que está en La vida nueva, y dije: esto tengo que ponerlo en escena. Mi idea inicial era expandir la poesía de Zurita; saquemos el texto, saquemos la poesía del texto. Pongámosla en escena para que se pueda difundir desde otro lugar», me dice Paula.

Decide armar el proyecto y postularlo a un Fondo de Cultura, con el beneplácito de Raúl. Paula tenía la intención de mostrarlo más allá del «poeta de la dictadura». De a poco se conforma un equipo y se adjudican el fondo. Un mes se dedican a leer poemas y poemas de Anteparaíso (1982), La vida nueva (1994), INRI (2003), Zurita (2011). Y luego les recibe en su casa.
A pesar del permiso y de la cercanía de este con la obra, Paula me dice que el teatro es el arte que le ha resultado más lejano a Zurita.
–¿Qué sientes que le enganchó con su obra?
–Yo creo que nos presentamos en serio. Siento que conozco su poesía. Le dije: mira, conozco estos y estos poemas. De hecho, cuando fuimos a su casa nos decía: «Qué bueno ese poema, no me acordaba que lo había hecho» u «Oh, yo escribí eso. Está buenísimo» [ríe]. Entonces yo creo que eso le llamó la atención: ocupamos textos que no están en el imaginario popular de su poesía.
–¿Y cómo fue conocerlo e ir a su casa?
–Quedé loca. Fue el mejor día de mi vida, real. Le regalamos un libro de la Ximena Rivera, su Obra completa. No la conocía. Le leí una carta que le escribió a la Lucy Oporto, donde dice que la poesía es un acto de legítima defensa ante la vida. Quedó loco, le gustó mucho. Dijo que le generaba mucha cercanía la forma que ella tiene de pensar la poesía.
Más allá del lenguaje
–En una entrevista que leí camino a Santiago, Antonio Cussen le preguntaba a Zurita por qué no tiene un libro que se llame «Infierno» o «Paraíso»; está solo el Anteparaíso o el Purgatorio. Él respondía que el «Infierno» o el «Paraíso» son extralingüísticos: lugares que el lenguaje no logra captar. Yo lo relaciono inmediatamente a su quemadura en la cara o a la dictadura, algo tan real y encarnado. ¿Qué piensas sobre eso que dice Raúl?
–Hay una obra de teatro de Sartre, de personas que están en el purgatorio, esperando infinitamente que los llamen. No pueden abrir las puertas y están encerrados ahí y se empiezan a llevar mal; se empiezan a espejear, se llevan pésimo. De ahí viene una frase muy famosa, que dice que el infierno no es un lugar, sino que el infierno son los otros. Quizá por eso Raúl no quería escribir eso, quizá el infierno está dado por un contexto. Los peores males están encarnados en la propia humanidad.

–Si bien no tienes la intención de abordar solo al Zurita de la dictadura, sí es algo que está en la obra.
–Está. Está, pero sin sacar el panfleto de la foto de Allende. La poesía de Zurita ya es política, entonces no tenemos que hacer nada más con respecto a eso. No es necesario que nos vistamos de rojo o que pongamos una mancha de sangre, creo yo. Él está atravesado por la dictadura, tiene heridas: se quemó la cara, casi queda ciego. Están en su cuerpo las heridas de la dictadura.
–¿Cómo se plasma la poesía en la danza?
Hay escenas de danza que hacemos, que lo sabemos nosotros internamente, pero que para hacer eso ocupamos frases de poemas de Zurita. Por ejemplo, frases de «Las playas de Chile 10: yo lo vi tomando los remos», y hacemos un gesto de remar. Hay imágenes en que supuestamente estamos mirando por una escotilla, en donde nos imaginamos cuando Zurita estaba siendo torturado acá en Valparaíso, y él hablaba cuando fuimos a verlo que veían la luz por una escotilla. Hay otros en donde estamos moviendo la arena en la playa, otro en que nos estamos defendiendo de que nos vienen a atacar, que son partes de sus poemas.
El gesto de danza no es un capricho, queremos que ese gesto diga algo. Que es un motor interno para nosotros; el público no lo va a saber, pero nos da sentido a nosotros.
–¿Qué quiere decir la obra?
–En primer lugar, es como una especie de homenaje a Raúl Zurita. En segundo lugar, como Raúl igual es cronista poético de su contexto histórico, es relevar eso: lo que sucedió en el contexto de la dictadura cívico-militar. Y cómo eso, a partir de la poética de Raúl, sufre un tratamiento artístico que, finalmente, lo que quiere decir es que tenemos el poder de cambiar las cosas, tenemos el deber de cambiar las cosas. Como lo que dice la Daniela Catrileo: todo lo roto se puede remendar. Y podemos remendarlo. Queremos transmitir que la poesía de Raúl Zurita es una poesía que tiene mucha esperanza, que no es una poesía triste, sino que es una poesía que te invita a hacerte cargo de lo que sucede en el país, y que se interioriza también.

–¿Cómo imaginas la sanación de ese dolor?
–Hay dolores que atraviesan a todo Chile, pero desde ese dolor puede surgir el desierto de Atacama, que es un lugar muy seco, ¿qué pasa si en el desierto de Atacama surgiera un gran pastizal, y hacemos que brote de nuevo este Chile?
(*) Las fotos son de Kika Francisca González. Durante septiembre continuará su circulación en Quillota, Quilpué y nuevamente en Valparaíso.
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