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Entrevistas

Las Indetectables: el fueguito que ha calentado mis manos

Desde la orilla a una más extrema, nuestra cronista dialoga con sus propias inspiraciones e influencias cotidianas en la ciudad.

Claramente, yo no soy la Daniela Vega

me gané otro Óscar, de esos que me mantendrán

positiva de por vida, jijiji

«Me cuido», Las Indetectables

Por Teodora Inostroza

El mismo día que fui a entrevistar a Las Indetectables murió la activista Michelle Clementi, travesti amiga y quien es uno de nuestros lazos. Cuando estábamos conversando no sabíamos que eso ocurriría horas más tarde. Toda esta conversación cobra mucho más sentido cuando al día siguiente, el velorio se vuelve una rencilla entre la familia y las travas. Es que son terribles, obscenas, dispersas (de hecho, no saben lo difícil que fue guiar esta conversación). Enemigas naturales de lo que es una institución como la familia.

Podría decir muchas cosas con un tono periodístico. Entre ellas, que Sofía Devenir, Divina Tota y la profesora Noelia LeShalá son creadoras de un disco llamado Reinfection Tour, que habla del sida y la pasta base sin blanqueamientos de por medio; que su trabajo es una mixtura exquisita de música punk, baladas románticas, performance, poesía y sexo; que son trabajadoras sexuales (a pesar de que no les gusta ese término y prefieren decir que son putas) o que han activado en el territorio incluso en pandemia porque son duras duras.

Pero no, mi relación con ellas es mucho más cercana que eso. Yo tengo frío y ellas son un fueguito que ha calentado mis manos. Y hay algo en lo que seré totalmente enfática: si nunca las viste pavoneándose con el parlante por el plan, si nunca las viste en la Pinto con una Báltica en la mano o si nunca te amaneciste con alguna de ellas en el Corazón de Valparaíso: ¿conoces realmente el puerto? 

Tota.

¿Cómo nace la idea de armar una banda como Las Indetectables?

Sofía: El nombre lo puso Millaray (una amiga). Se nos ocurrió, según yo, para ir a una fiesta porque teníamos que ponernos un nombre no más y de repente salió ese en función del sida poh’, en función de las indetectables. Yo estoy indetectable, amiga. Es que igual algunas webean con el indetectable…

Noelia: No nació como banda, sino que simplemente fue una solución laboral mientras convivíamos las cuatro juntas. Era salir a vender a la calle. Con el tiempo se ha ido adaptando a lo que es una banda tradicional. O sea, tocando instrumentos. Y pa’ que te hagai’ una idea, la única que tocaba instrumentos era la Sofía. Entonces no era una banda, era simplemente salir a tocar a la micro. La Sofía con la guitarra de palo y nosotras tres delirando cualquier weá.

¿Cómo llegan a vincular la música con la poesía?

N.: La Sofía tenía un trabajo adelantado donde hacía canciones, boleros y metía poesía. Hacía la «Malena canta el tango», con un recitado entremedio. Así empezamos, tomando la perfo que ya había creado, en un contexto, una escena, donde estaba la Hija de Perra, la Maraca Barata, la Irina La Loca, ¿cachai? Había una escena que estaba explorando.

Tota: Dejó un hueco muy grande la Hija de Perra (ríen).

N.: Yo creo que es fundamental que cachís que nosotras como historiadoras siempre le hemos dado a la volá de que una no crea nada nuevo, sino que una toma elementos que ya están sucediendo. Históricamente sitúalo en esa escena. Muere la Perra y hay un vacío. Hay maricones que quieren seguir en esta exploración que ella estaba haciendo.

Entiendo entonces que la Lemebel y la Hija de Perra son una influencia para ustedes, ¿tienen otras influencias literarias?

N.: Yo nunca en mi vida había escuchado un disco que mezclara música y poesía. Cuando la Sofía ponía Redolés, yo quedaba atenta y decía: «Interesante». Ay, creo que soy pésima, reconozco que soy una chanta ilustrada, en el sentido de que tengo la habilidad de leer ciertas cosas y dominarlas al instante. Porque no soy una gran estudiosa, ni puedo decirte cuántos libros leí porque antes de la universidad no leía nada.

¿Y qué me dicen de las influencias musicales?

S.: Una vez una loca que me entrevistó (me encanta contarlo), me dice: «Pero tus influencias musicales» y yo en ese tiempo estaba tocando el piano. Entonces, obviamente, le dije Charly García y me insistía: «¿Puedes decirme otra?» La pregunta que me podría haber hecho era: «¿Crees que hay influencia de Violeta Parra en tu música?» porque obviamente la tengo. Yo la escuché desde chica, me gusta esa weá que dice que la creación no es una línea recta, encuentro que tiene mucho sentido. Igual siento que ahora que volví al piano, volví a valorar mi conocimiento de maricón rockero y ni siquiera tanto de maricón rockero, entre pop y rock. Soy partidaria de no negar esas cosas. De repente en estos contextos es mejor decir que te gusta la Mónica Naranjo a decir que te gusta alguien funao’. Y yo digo: «¿Por qué? Si a mí me gustan los dos.» No soy binaria. Yo me fui de muchas bandas porque no podían mezclar las cosas. A mí Las Indetectables me encanta en ese sentido porque es una propuesta múltiple. La Noelia pudo mezclar una cueca, trap y terminamos en un funk, medio soul, poético y porno.

Noelia.

¿Qué inspira su imaginario poético?

T.: El glosario que hemos tenido los maricones toda la vida, ¿cachai? Nunca se ha incluido porque siempre lo han encontrado vago, burdo, chabacano, de mal gusto.

N.: Sí, es un habla camuflado.

S.: Muchos códigos. Nosotras decimos «pasta» y la gente no sabe lo que es «pasta», como también decimos indetectable y no saben lo que es estar indetectable.

T.: El Magaly…

N.: Es una poesía de resistencia.

T.: Y dicen ellos: «¿Por qué ustedes se tratan de maricón y nosotros no podemos?» Porque entre nosotras se puede, pero a ti, cuando me tratai’ de maricón, te sale feo.

S.: Está bien que reconozcamos nuestra herencia lemebeliana, si de una u otra forma la vieja es madre. Para mí, nuestro disco es un viaje: por la calle, el sida, la pasta.

¿Piensan que el imaginario poético de ustedes tiene que ver con el hecho de que son putas y travestis?

N.: Somos conscientes a estas alturas que compilamos un patrimonio musical poético travesti.

¿Ustedes creen que ser tan transgresoras es más una ventaja o una desventaja?

T.: Es un arma de doble filo finalmente (todas asienten). Una está expuesta a que cualquier conchetumare’ un día le de la weá y diga: «Ya, quiero hacer un acto ejemplificador en contra de estos travestis.»

En ese sentido, ¿cómo sienten que las trata la calle y en qué se diferencia de tocar en un escenario?

T.: El escenario es un espacio más seguro que la calle. Está la gente que quiere estar ahí, que te fue a ver. En la calle no, estai’ a la suerte de la olla. De repente te pillai’ con evangélicos que te dicen de todo, gente que pesca a sus cabros chicos y se los lleva de un ala pa’ que no nos escuchen. Nos palabrean. No sé, millones de weas que nos han pasado. O al revés. Que nos amen, que nos pasen un billete de diez lucas. Qué lindo, chiquillas, nos dicen señoras llorando. ¿Cachai? Que les encantó. Eso es, poh’.

Sofía.

Tota, háblame de tu relación con el territorio porque entiendo que eres la más antigua del puerto.

T.: Sí, me están diciendo que soy patrimonio ya (ríen). Todos me conocen. Pero Valpo igual es superveleidoso. Acá si te mandai una cagá grande, cagaste, tenís que irte. Porque es de este porte (hace un gesto con las manos). El otro comentario que tengo es que es una ciudad flotante, entonces la gente va cambiando año por año. Pero la relación que tengo en general es muy buena, me encanta Valparaíso. Aparte de que es una ciudad que está acostumbrada a las travestis. Nunca hemos andado escondidas, siempre hemos andado de día… Los domingos rosa, toda esa weá. Por eso todas se vienen a putear p’acá, porque el trabajo es bueno.

Y estas fiestas que están armando, pro fondos para el disco… ¿Cómo es que se les ocurre hacer una fiesta con performance poética/erótica?

N.: Yo lo vi en las fiestas de Santiago, lo vi en las Kiltra, en la Condemarzo, hay una escena de la performance y Santiago y Valparaíso es como una gran ciudad. Entonces las que están allá, vienen para acá y viceversa. Allá se veía esto de mezclar carrete y performance que interrumpe el carrete. Es interesante porque la perfo incomoda. Ese es el objetivo también. Y muy poético, ¿no? Transforma el carrete, interpela.

Háblenme un poco sobre el disco Reinfection Tour.

S.: Esto se grabó en su totalidad en noviembre del 2018. La propuesta fue con estudios Errante. La propuesta del Pablo (quien nos graba) es superinteresante. Pa’ que te hagai’ una idea, mezcló el disco de la Perra y participó en Testoterapia. A mí me gustó porque el Pablo me dijo: «Yo llevo mi weá a todos lados. Estoy grabando a unos mapuches en un parque nacional en el sur.» Me lo dijo, de hecho, en una actividad de la Hija de Perra. También en ese contexto de que la Perra grabó y la mezclaron post mortem, yo le dije al Pablo: «¿Nos podís grabar cuatro temas?». Le íbamos a pagar veinte lucas por cuatro temas, una weá muy cuma. Juntamos al final cincuenta lucas porque queríamos grabar más temas y al final hicimos como catorce. Todo eso en una noche. Incluso llegaron los pacos porque estábamos metiendo mucho ruido.

T.: Esa grabación fue un caos. ¡Oh! Peleamos, echamos gente, la otra que llegó…

N.: Porque más que banda era una performance

S.: Más que banda éramos unos maricones drogadictos no más, que nos gustaba webiar.

¿Qué recorridos hacen cuando salen a cantar a la calle?

T.: Yo siempre me muevo por la Pinto, in my place, afuera de El Canario, al frente de El Viaje ahora. Con la Noelia me muevo más, nos vamos de repente por Ecuador.

N.: Yo eso de intervenir la calle lo aprendí de mi período evangélico. De repente veís público y por instinto decís: «Acá.» Y te ponís a predicar porque al final una está entregando mensajes subliminales y no tan subliminales.

Ustedes fueron las creadoras en pandemia de la Morbolla, la olla común de trabajadoras sexuales y monstruosidades, ¿por qué?

N.: La Morbolla la creamos con la Dita Parthon.

T.: ¡Yo también quiero hacer mi olla común! (bromea).

N.: Es una historia larga. ¿Tiene que ver con Las Indetectables? Sí. Primero nos invitó Michelle Clementi porque nosotras ya veníamos trabajando con ella en algunas perfos. Nos invitó a la Putiolla. Ahí cachamos que la Putiolla ya tenía su tradición, su grupo establecido y era muy complicado intervenir en, no sé, lo fragmentado que estaba ese grupo. Preferimos no intervenir tanto y armar otra olla. Teníamos la suerte de que la Dita ya había trabajado en cocina y a la vez metimos música y performance, cosa que ya venía haciendo la Putiolla. Vinculando artistas para poder hacer de la olla una escena músical poética.

¿Han recibido negativas de la gente por hacer un activismo tan carnavalesco?

N.: Una vez un maricón que no voy a nombrar dijo: «Ay, es que ustedes, su método es llevar la Blondie a todas partes.» Así como que nosotras no hacemos un trabajo político real, somos muy dionisiacas p’hacer política. Como si tuviéramos que ser cristianas, sufridas, mártires.

¿Tienen textos impresos y publicados?

S.: Yo tengo un libro, se llama Desubicá. A la Tota yo le pasé el computador y escribió el «Travesti Rabiosa» (que está en el disco) y era bacán porque en el fondo era una reivindicación. La Tota entendió el sentido de lo que estábamos haciendo. Por ejemplo, teníamos una amiga de la calle que decidió que una loca que estudiaba literatura le escribiera una weá. Y eso es higienizar el lenguaje. Pero la Tota tomó el computador, escribió y yo le dije: «Está bien, weona, se entiende» y chao.

¿Algo más que quieran agregar a la conversación?

N.: Es difícil hacer arte en este contexto, vivir de esto. Quizá siempre lo ha sido. Creo que abogamos por la autonomía: si nosotras nos queremos presentar en un escenario, nosotras creamos el escenario. No vamos a estar esperando a que nos inviten de la disco tanto, a la fiesta tanto. Como buenas críticas, no somos bienvenidas en todas partes, somos incómodas. Mejor nosotras estar en toda la cadena, adelante. Estamos en la producción, la difusión, en la creación. A reventarse juntas e irse a la mierda juntas también.

S.: Y si el disco se ha demorado tanto, es porque está dedicado a la pasta base…

N.: Y nuestra experiencia como banda, juntas, está dedicada a la pasta base.

*Ilustraciones de Vladimir Morgado.

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