Vicente Rivera, el joven provinciano que desde el desierto de Atacama se vino al puerto de Valparaíso a estudiar filosofía y terminó escribiendo poesía, pasó por La Sebastiana y por la extinta Concreto Azul. Hoy desembarca en el puerto con un cargamento de relave.
Por Gabriel Ocaranza
Para esta reseña he tomado prestado el título de una señal de advertencia en el tránsito de la calle Atacama, en la ciudad de Copiapó, en momentos en que esta arteria estaba siendo reparada, antes de las elecciones municipales. La calle me propone este título como referencia y como poema visual para pensar en el relave y el material particulado y lo acepto; el polvo en suspensión que agita las vías respiratorias de los habitantes del valle del Copayapu; toso.
En Relave: Material particulado se rearticula un trabajo en la escritura que persiste en la huella abierta por Rivera con El ojo del lagarto (Cinosargo, 2015). Poética del desierto, una lengua seca que busca agua, de allí su mirada posada en el río; su cuerpo tendido en la roca y su sospecha en el oasis que, como ya se ha pensado antes, supone un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento. El desierto de Atacama es uno de los desiertos más áridos del mundo, pero permite aparecer cada tantas lluvias una vasta flora endémica; esa es la escritura de Rivera: regionalismo crítico, denominación de origen (autóctono e imprescindible), un destello que no enceguece sino que da calor, una veta de sol, tierra rara.
Ya perfilada esta ribera, quisiera aportar con los siguientes epítetos o palabras clave sin terminar de cernir este Relave que se expande como el desierto: poesía a suelo abierto, poesía a duelo abierto, poesía a ruego abierto. He aquí mi dilema: no puedo pensar este libro sin la rugosidad de los suelos de Atacama (que la edición buscó calcar en su cubierta) ni el gran duelo entre la tierra y el agua (una se ensancha y otra se borra), pero el ruego es mío: ruego la lectura de estos poemas a ti lector o lectora de provincia, que ves devastado tu territorio: ¡PRECAUCIÓN!
Relave: Material particulado se condensa en cinco apartados: «Prospección del tono», «Estudio de impacto», «Ludus Luditas», «Bodegón a tajo abierto», «Escatología 0». En todos ellos podemos apreciar una fascinación con la siguiente paleta de colores: polvo, negro, gris, blanco, azul, ceniza; tonalidades que se mueven al viento. He allí la experiencia poética, donde cabe preguntarse si la ceniza y el polvo son colores, pues son la tintura del devenir histórico movido por el viento del tiempo, pegado a nuestras huellas dactilares.
El polvo se distingue apenas de las cenizas:
Con el verso anterior abre Rivera esta escritura, preguntándose en «Prospección del tono II» si acaso
¿Existe un color en la paleta
donde coagule el sentimiento
de un período de la historia?
Coágulo histórico, trombosis destinada a reventar, la prospección es la exploración del terreno para descubrir la existencia de yacimientos geológicos: petróleo, minerales, agua u otra cosa; esta otra cosa es la posibilidad de escritura del poema. Más adelante, en el mismo tono, «Prospección del tono XIV», Rivera escribe:
reconocer los matices
hasta dar con el tono
trazar el croquis
de una ciudad que se hunde
entre sequía y relaves:
«No es sequía, es saqueo», se lee y escucha hoy en día, consigna de lucha de los territorios hechos desierto a la fuerza. Aquí es donde el poeta funge de geólogo: el relave es su objeto de estudio; la muestra, el testigo; la piedra en el zapato es su mineral. En «Estudio de impacto I» se apresta en reconocer al tacto las marcas de la lengua.
Pero La ceniza se distingue apenas del relave; es el verso introductorio al sector de «Ludus Luditas». Para quienes no se familiarizan con el relave, este es depositado en los márgenes de las ciudades con un nombre muy particular, tortas de relave. Nada de fiesta: ellas se mezclan con el tiempo en los ocres y añiles de los cerros; allí, por supuesto, también hay población, pueblo que en «Ludus Luditas VIII» hace su vida en torno a este desecho minero, con la imagen de niños jugando sobre el relave como si fuera pantano o arena movediza, cenagal que problematiza la relación entre vida y muerte minería, que siempre está en suspensión en el norte de Chile. Por ejemplo, vuelvo a «Estudio de impacto XV»; allí se señala que:
Por una tonelada de cobre
se producen treinta toneladas de relave
Entonces no es sólo verso lo que abunda en este relave: es señal de tránsito, advertencia, carteles que alertan, caída de piedras, curva cerrada, enganche, pista de emergencia a cien metros. Además de estas señales, abunda lo inflamable, la corrosión de los elementos utilizados para la escritura, tabla periódica y elementos químicos, cobre que cobra vida y cobra muerte, hierro que erra, era que hierra en nosotros su marca, silicosis, óxido que impregna el ambiente con su aroma, la tos.
Partículas, material particulado, polvo en suspensión, sedimentación. Mediado por la marca gráfica de los dos puntos, este poemario discurre a la manera de la poética de Ammons: el poema es un incesante transcurrir, un volcamiento. Tengo la siguiente imagen en mente: en la Fundición Paipote, por las noches, un tren traslada incandescentes desechos mineros en sus vagones y los vuelca en medio del desierto; contra todo panorama, este espectáculo permite pensar que en los desechos también hay posibilidad de encontrar materia poética, fundición y fundación de una escritura.
Sobre «Bodegón a tajo abierto»destaco el retorno de un poema escrito previo al aluvión del año 2015 que afectó a la región de Atacama y que, de forma profética, previó el retorno del río. Hemos crecido con la idea de que no nos bañamos dos veces en el mismo río, pero cuando el río desaparece volverá para bañarnos o ahogar todo aquello que no puede permanecer por más tiempo a flote. Así, en «Bodegón a tajo abierto XII» el poema es un recado:
Río cuando regreses
ten presente muy presente
que tienes el derecho de expropiarlo todo
Finaliza el poemario con «Escatología 0»;un poema solitario que culmina con la imagen de un planeta rojo que bien podría ser el nuestro. De allí, cierra el libro con una reproducción del Angelus Novus de Paul Klee. Este relave está hecho de polvo y ceniza; este relave es pasado y futuro, mirada abierta de la historia donde abierto queda este tajo, esta invitación a llenarse del polvo y la ceniza de Relave: Material particulado. Sólo una última advertencia: ¡PRECAUCIÓN! PROYECCIÓN DE PARTÍCULAS.
Material particulado
Vicente Rivera
Tierra Culta
102 páginas.
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