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Reportajes

Preestreno Teresa de la Cruz: entre ver un fragmento de obra y ver toda una vida

Fuimos como equipo de Plataforma Crítica a visionar la obra Teresa de la Cruz al espacio Valparaíso Profundo. Valparaíso Profundo es una pequeña sala de teatro ubicada en la escalera Fischer, la cual funciona como café y centro cultural. La imagen de entrada es enternecedora: butacas hechas de diferentes materialidades, asientos y sillas de diferentes tamaños y texturas, una barra desde donde se puede observar el escenario mientras tomas un café, artículos de diferentes épocas. El escenario es pequeño y sencillo, asimismo la planta de luces, pero sigue siendo más que idóneo para presentaciones como la que fuimos a ver: un unipersonal.

Por Miyodzi Watanabe

Lamentablemente para nosotros la experiencia fue muy distinta, ni siquiera la exquisitez que proponía el espacio como experiencia logró combatir la hostilidad que recibimos. Al ser invitadas como equipo, nuestros nombres fueron entregados para la lista de invitados: sin embargo, al llegar no aparecíamos. Un error comprensible, comprensiblemente solucionable.

La sorpresa fue cuando la directora del teatro nos indica que no podemos estar sin aparecer, le indicamos que venimos a hacer un reportaje y si bien nos deja pasar, no podíamos estar en butaca ya que estaban reservadas para la gente en lista o que estaba en la fila para comprar. Insistimos que venimos invitadas, que consulte con la actriz, le mostramos el mensaje que confirmaba haber sido anotadas y que queremos justamente ver la función para poder hacer la cobertura y difusión del trabajo. Solo recibimos una déspota indiferencia. Me posicioné de pie al fondo, me echa. Me posicioné de pie al costado de la barra, me echa. Terminamos en el segundo piso donde estaba la técnica–, en un costado: solo alcanzábamos a ver un cuarto del escenario y esto haciendo un gran esfuerzo por asomarnos a través de las pequeñas rendijas, entre el balcón y la parrilla de focos.

Pude llevarme ciertas impresiones de la puesta en escena, pero ante lo precaria de nuestra situación de espectadoras y del trato recibido, las inquietudes que surgieron dicen mucho más de cómo actuamos los trabajadores y las trabajadoras de la cultura para construir o boicotear el desarrollo del ecosistema teatral en la ciudad.  

Es por ello que profundizamos y damos lugar a la experiencia de los creadores del montaje. Entrevistamos primero a Enrique Saldes, dramaturgo y director de la obra. Comienzo por preguntarle sobre la elección de Teresa Wilms Montt, sobre la preponderancia del lugar biográfico en la narrativa del montaje:

«Teresa aparece en mi vida a principios del 2022, como quien te presenta a una persona, como quien te cuenta de una persona.  Yo tenía referencias vagas y al leer un resumen de su vida me cautivó de inmediato. Rápidamente llegó a mis manos la biografía de la Teresa que escribió Ruth González, Un canto de libertad (Grijalbo, 1993). Una vez que leí la biografía pasé a los Diarios Íntimos (Alquimia, 2015) y de allí pasé a su obra literaria».

La protagonista encarnando a la escritora.

Saldes continúa desarrollando su inquietud por Teresa Wilms Montt desde la relación con las mujeres que rodean su propia vida.  La biografía comienza con la infancia de Teresa y desde allí el paralelo se le hace inevitable. La educación que ella recibe, el Chile de principios de siglo, las dificultades que ello conllevó.    

«Hay otra parte que también me empieza a motivar que es la cercanía con las mujeres de mi vida que son mi hija, mi sobrina, mi hermana, mi madre, mi tía, mi abuela, mi bisabuela; que también son mujeres que salieron adelante, que la han peleado en la vida. Como todas, como tú, aunque no te conozca. Siempre podemos hacer analogías, sobre todo desde este cambio de paradigma del patriarcado».

¿Y en relación con su historia?

–Las inquietudes son muchas: me llamó la atención su corta vida, el nivel de educación que tenía, el coraje de trasladarse, de viajar, de huir.  Cómo también su educación le va abriendo puertas. Porque también con todo lo que leí de la Teresa se me cayó ese mito que la ronda de que era una mujer de familia adinerada. Por supuesto lo fue, pero hasta los diecisiete años, hasta que se casó. Después siempre vivió en lugares bastante precarios.

Cuéntanos, ¿cómo se construye tu dramaturgia?, ¿son reescrituras, adaptaciones?

–Necesitaba algunas herramientas, algunos estímulos creativos, entonces tomé un taller de dramaturgia justamente en Viña, en el Palacio Vergara, que era el entorno perfecto. Allí me doy cuenta de que había desarrollado una expertise en Teresa Wilms Montt: tenía clara su línea de tiempo, hacía analogías entre su escritura poética y en qué momento de su biografía se ubicaban. Podía hacer un cruce dentro de este mapa mental que había generado. Hay algunas partes que son reescritas por mí y hay adaptaciones porque voy sacando algunos versos que ella me va dando como pistas desde lo que va sintiendo. 

–Ahora desde tu posición de director, ¿cómo sucede ese acercamiento entre el personaje real y lo interpretativo?, ¿cómo se ha llevado el proceso de montaje?

Creo que el director tiene que abrir la boca cuando no estás viendo o sintiendo algo que tú visualizas dentro de tu sentir creativo. En el caso de la Gabriela fue super dúctil para trabajar. Yo le propuse que ella le pusiera la voz a este personaje, y luego el movimiento. Esto se fue descubriendo con ejercicios dramáticos, de expresión corporal, de danza. Se conversa también: se van generando vínculos emocionales desde la experiencia, haciendo analogías con nuestra vida personal. Entonces eso fue enriqueciendo mucho. Creo que dentro de las características de este proceso es que conversamos harto, lo pasamos bien. Expusimos nuestras resiliencias, nuestras contradicciones donde también confluye nuestro encuentro como hombre y mujer en este nuevo Chile o en este Chile que se está transformando o desconfigurando.

Los detalles de vestimenta son más relevantes bajo el formato unipersonal.

Se fue descubriendo en el proceso cómo sería esta Teresa…

Desde la dirección yo creo que ahí hay un gran mérito de la Gabriela, que es un trabajo súper orgánico. Ella es bien Grotowski y yo soy bien Peter Brook. También con algunos compromisos, siempre trabajar desde lo mínimo, siempre resistirnos. Esto es un monólogo, es teatro: ser lo más puro posible. No quiere decir que sea un teatro realista, sino que, al contrario: en la voz, en sentir, en transmitir, en emocionar al público. Como decirle al público: ponte en sus zapatos. Yo le leía pasajes de la biografía o pasajes de los diarios íntimos o textos específicos que escribía en sus libros, que ampliaban el espectro y los colores emocionales que debía tener Teresa. 

Yo nunca le dije a la Gabriela cómo debía ser Teresa, era fluir dentro de un espacio.  Es su cuerpo y su sentir el que me va mostrando.  Y desde mi capacidad de observación de su expresión corporal es cuando yo le voy sugiriendo cierta sinuosidad que debería tener el cuerpo.

¿Cómo continúa el proceso ahora? 

–Ahora, luego de ver el registro del preestreno, es cuando entra ya una dirección más presente, pero es porque ya hay un piso, ya hay pilares. De aquí ya podemos hacer modificaciones del vestuario, tomamos decisiones sobre la sonoridad, estamos trabajando una planta iluminación para pequeños y grandes formatos, dispuestos a estar en lugares no tradicionales: museos o galerías de exposiciones. Creo que toda obra debe tener ese tipo de flexibilidad, y esa es la mirada de las nueve personas que somos dentro del equipo creativo que tiene la obra Teresa de la Cruz.

Una puesta por la expresividad es la de esta obra.

«Como si ella estuviera escribiendo y relatando sus propias vivencias y como si le estuviera pasando nuevamente por el cuerpo»

Gabriela Arancibia es la actriz que interpreta al personaje de Teresa, además de ser una importante programadora y gestora cultural, también ocupa un rol relevante dentro de la difusión y mediación de las artes escénicas en la ciudad.

Ella aborda cómo fue enfrentarse a interpretar a esta poeta, comprendiendo que por una parte hay una raíz biográfica (una persona/personaje real) pero al mismo tiempo un punto de vista dramatúrgico y de dirección operando.

«Es un desafío grande tener que representar personajes que tienen tantas dimensiones en su composición de ser. En un área está la composición artística: cómo ella forja su carrera, cómo va avanzando en el desarrollo de su escritura. Pero, por otra parte, cómo ella como una mujer rupturista va construyendo caminos que van abriendo otras posibilidades tanto para su desarrollo personal, como también para su trabajo. Y a su vez esas decisiones van trayendo grandes dolores que son los que marcan las etapas de su vida. También cómo no juzgar un personaje, no exacerbar los hitos más clásicos: una mujer rebelde, una mujer vividora. Sino que centrarse, que es lo que hace la dramaturgia, en contar su historia y que la gente haga una observación o piense o sienta y se haga una imagen de ello».

–Entendiendo que lo que vi fue una apertura de procesos, una obra en construcción, pareciera ser que la afectación del texto de la palabra iba directamente de la mano con la afectación en la actuación. Este temple más bien acontecido, ¿es trabajado como propuesta?, ¿dice relación con la comprensión biográfica del personaje?

–Dentro de las posibilidades que yo abordé como actriz fueron las capas de narración. Claro, en el fondo ella decía: «veo unos ojos azules» y ella miraba; o «mis ojos estallaban» y ella hace un gesto como de iluminación. Porque era como si ella estuviera escribiendo y relatando sus propias vivencias y como si le estuviera pasando nuevamente por el cuerpo. Es como si estuviera ensayando el mismo recorrido. Entonces, a su vez, era el cómo volvía a recrear su propia escena y para eso, en algunos momentos, era súper importante la emoción y el gesto. Es como si yo volviera a ser un gesto, ese gesto me va a llevar a recobrar la emoción: a recordar, a volver a pasar por el cuerpo ese momento de mi historia. En este caso la historia de Teresa.

A propósito de lo que nos aconteció como medio de crítica cultural al ir a ver la función. En relación con la cobertura y atención a los eventos vinculados a las artes escénicas, ¿crees que es relevante el periodismo cultural dentro del engranaje de la escena teatral?

Como programadora, actriz y también gestora cultural me parece vital el lugar que debiesen ocupar o, mejor dicho, el lugar que ocupan las comunicaciones para realizar una comunicación asertiva y efectiva de los trabajos. No necesariamente que la gente se pueda enterar dónde, cómo y cuándo, sino también comunicar cuáles son los procesos, cuál es la intención, los temas a hablar. Y cómo a lo mejor esta cobertura del periodismo cultural también pudiera generar mucho más crítica. No crítica de la evaluación de si tu proyecto fue bueno o malo, o si actuaste bien o mal, sino también cuáles son las otras dimensiones que se abren desde las prácticas escénicas.

Cuáles son las posibilidades artísticas, políticas, lingüísticas; cuáles son las posibilidades también sociales, cuáles son las otras posibilidades que se arrojan. Eso sería maravilloso.  Que lo estén abordando mediante lo que ustedes están haciendo lo encuentro súper bueno porque también genera un pensamiento crítico en los y las jóvenes, que es fundamental para estos tiempos: aprender a mirar un objeto o una pieza de arte desde distintas dimensiones y no verlo como algo plano, algo que me gustó o no me gustó, sino también de qué otro lugar lo puedo mirar y lo puedo vivenciar.

(*) Fotos de Kika Francisca González.

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