«Aquel año nuevo pensé que con mis 17 años ya había vivido suficiente (…) en el tablero del Subaru Impreza, el reloj luminoso marcaba pocos minutos antes de la medianoche. Sin reflexionarlo tanto, comenzamos a subir por el lomo de la serpiente en su sentido contrario…», escribe Raúl, para acompañar sus imágenes.
Por Juana Balcázar
Raúl Goycoolea nos sumerge en un relato sincero y crudo que traza la incertidumbre y la desafiante realidad de la adolescencia. Goycoolea captura la esencia de un tiempo marcado por la inquietud. El fotolibro, editado por Temporal Editores, presenta una edición fotográfica que refleja el mundo apocalíptico en el que se entrelazan el deseo de desaparecer y la excitación de desafiar los límites de la vida misma.
Este fotolibro deja ver la profundidad del trabajo de Raúl, que no tiene medias tintas, sino negro, un mar negro que te lleva mediante la fotografía a experimentar la incertidumbre de la adolescencia, la amistad, el sexo y la pequeñez de lo que habitamos.
Con el cambio del tiempo como caballo de batalla, que entra en los cuerpos destartalados de una pubertad que quiere vivir lo último, aunque no se haya vivido nada, las fotografías que componen la narrativa de 2000, son bocanadas de aire por cigarrillo consumido, y la sensación de acabar en el humedecido espacio del pantalón, mientras ves un cohete que parece el resabio de nuestra civilización.
Contradicción, la principal palabra que se me viene a la mente cuando reviso este libro. Goycoolea ha trabajado en un archivo de su vida que expone lentamente, haciendo de trinchera a la sobre información de las plataformas que ocupamos en la actualidad, y a la marea de fotografías a las que estamos expuestos. Entonces, su trabajo surge como un respiro, y es en su mirada al pasado, lo que vuelve emocionante el recorrido de sus imágenes.

De frentón Raúl nos muestra una crónica del diario El Llanquihue, de Puerto Montt, titulada: «Vehículo con 7 ocupantes volcó en la cuesta Santa Teresa». Luego su testimonio a modo de introducción, después alguien salta, fuma, y te mira. Se produce una complicidad con el objeto libro, y tú eres parte de ese errático devenir adolescente.
Pero 2000 no es ese accidente en la cuesta Santa Teresa, el fotógrafo parece construir su propia crónica, y con ella el testimonio de un tiempo, el de los jóvenes que transitaron hacia el siglo XXI. Con la idea de un apocalipsis cercano, un nuevo milenio comienza y él con sus amigos son testigos de un evento que pareciera cambiarlo todo.
El rumor del gran apagón, este suceso es la primera contradicción, contrastada con la idea del despertar. A los diecisiete años todo lo que queremos es desaparecer, colgarnos de un árbol, y vivir la excitación de estar a punto de morir, porque todo se está yendo a la mierda.
La edición fotográfica que es parte de la construcción narrativa que establece Goycoolea, refleja ese mundo apocalíptico que juega con el sentir adolescente. Vemos lugares abandonados, carne cruda colgada de alambres, espacios en blanco y la soledad. Diferentes conceptos que conviven paralelamente con la narrativa principal.

¿Hacia dónde vamos? ¿Con qué nos encontraremos cuando todo se esfume? El gran apagón está aquí y lo último que queremos hacer es tomar el auto y desafiar a la propia muerte, que se plantea al terminar un ciclo. El propio autor lo relata al comienzo de la obra, como una forma de premonición:
«El chirrido de las ruedas, el dulce sonido del turbo, las miles de revoluciones por minuto, los músculos apretados, todo esto ocurrió al mismo tiempo. La posibilidad de chocar de frente con un auto, y que las luces que nos encontrarían en la curva ciega fuese lo último que vería, provocó en mí una profunda excitación que me mojó por completo. Segundos antes de acabar, apreté los dientes y miré por la ventana hacia el cielo. El cometa que atravesó la noche en ese momento, me hizo pensar que era una bomba nuclear lanzada desde alguna de las islas de Japón…»
2000 se suma a una especie de trilogía, Raúl ya lo había plasmado en su serie fotográfica «Fixa/2001-2021», publicada en revista Letargo. Donde su vida transita por tres ciudades: Santiago, Puerto Montt y Valparaíso. La primera ciudad representa el enigma, la segunda el misterio y la tercera el secreto. Lo que vemos en este fotolibro es justamente el misterio de lo que llega, pero no sabemos realmente qué consecuencias acarrea, o como estableció Goycoolea en su momento: «Ustedes aquí solo verán sombras sin cuerpo, para mí son solo memorias mal paridas, pero evidencian el fin de mi paso y mi sentir».
2000 fue editado por Temporal Editores, impreso en CMYK Imprenta en el año 2023, y consta de 300 ejemplares.
(*) Ilustración de Vladimir Morgado.
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