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Reportajes

Mistral en Los Andes y Valparaíso: El transcurso de una presencia sagrada

Gabriela Mistral fue canonizada por una institucionalidad de hombres. Pero la amplitud de su pensamiento y poética la mantiene vigente, revolucionaria, espiritual, política, erguida sobre una pedagogía del amor y la ética que habitó su vida y sus escritos. En su poco conocido paso por Los Andes descubre el camino de Domingo Faustino Sarmiento, gran político, maestro y periodista argentino. Hoy la región de Valparaíso profundiza en ella, a través de una serie de escritos próximos a ver la luz. 

Por Javiera Espinosa

Pedagogías pequeñas: Mistral en la huella de Sarmiento 

Me alejaré cantando mis venganzas hermosas, 
¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna 
bajará a disputarme tu puñado de huesos! 

Lucila Godoy Alcayaga llegó en 1912 al pueblo de Coquimbito, en Los Andes, para ejercer como profesora de Castellano en el Liceo de Niñas. La pedagogía, que fuera una de las inspiraciones mayores de su vida, por fin terminaba de negársele, pudiendo ser “la maestra que Dios quería de ella”. En 1914, el cumplimiento de esa especie de presagio vendría acompañado de una aparición mayor para las letras mundiales: gana la máxima distinción en Los juegos florales, con su obra Los Sonetos de la Muerte, consagrando para siempre el seudónimo de Gabriela Mistral.  

Estuvo siete años en el valle del Aconcagua, donde además de hallar el rumbo de su poética y parte de sus ideas fundamentales acerca de la pedagogía, encontró la ruta de Domingo Faustino Sarmiento (1811 – 1888).  Gabriela escribe acerca del multifacético pensador, quien vivió su primer exilio en Chile. “El campesino de Pocuro sigue ignorando que hace muchos años traqueteó por ese polvoso camino suyo un cuyano que se llamaba con dos nombres, y que en aquella casa que se cae, enseñó a su padre tozudo las primeras letras, que valen por los primeros dientes, un hombre tan conocido de los ojos americanos y tan ostensibles para ellos como la misma Cordillera patrona”.  

Sarmiento, desde su llegada al pequeño pueblo de Pocuro, se desenvuelve como maestro, para luego comenzar a analizar silabarios, cartillas y los procedimientos de lectura que se utilizan. Así, desarrolló un método gradual para enseñar a leer. Gracias a su labor se inauguran en Chile más de cuarenta bibliotecas populares a su largo y ancho. Para Gabriela es “ese rincón chileno de llorar, adonde no llegaban periódicos ni gentes con quienes cambiar un comentario argentino; en ese grupo de casas al que se llamaba aldea dándole promoción, vivió un tiempo un maestro vital, amigo de la escuela palacio, amigo de la asamblea en que dar su salto de tigre sobre el malo o el adormilado, verdadero amigo de la ciudad de los hombres”. 

Ya en 1922 Mistral declaraba su admiración por los maestros de América Latina, esbozando lo que sería su rico pensamiento político y las raíces que lo explican. “Maestro: enseña en tu clase el sueño de Bolívar, el vidente primero. Clávalo en el alma de tus discípulos con agudo garfio de convencimiento. Divulga la América, su Bello, su Sarmiento, su Lastarria, su Martí. No seas un ebrio de Europa, un embriagado de lo lejano, por lejano extraño, y además caduco, de hermosa caduquez fatal”. 

La poeta clarifica la importancia del argentino en la educación y lo hace parte de sus pensamientos pedagógicos, lo que trasladaría a una praxis que definió su estirpe como intelectual sobresaliente. “Desde Sarmiento, el fundador, esta escuela representa una especie de cuarto poder, una derramada potencia, sin apelativo personal, que se extiende desde el primer colegio de Jujuy hasta el de la Tierra del Fuego. La docencia primaria parece la sal por excelencia del cuerpo argentino, la afirmadora y sazonadora de la Nación la que ha evitado corrupciones y desmigajamientos”. 

“El valle de la bella luz y la bella fruta” es donde Gabriela declara haber pasado los años más intensos de su vida, “que todo se lo debo a este sol traspasador, a esta tierra verde y a este río. Hasta tal punto fijé mi corazón en este paisaje hebreo de montañas tajeadas y purpúreas que quiero llamar Los Andes, mi tierra nativa, la tierra de mis preferencias”. 

Mistral, la revolucionaria, habitó tres pequeñas casas en el valle. Una, en la Escuela de Niñas, donde hizo clases. Pero la memoria se borra, a pesar de los rasguños que podamos acertar. Hoy ese inmueble es parte del Círculo Italiano. Vivió junto a su madre, Petronila Alcayaga, en calle Las Heras, donde al presente está ubicada la sede de Asociación de Ferroviarios Jubilados. Ambos inmuebles, en la actualidad, son propiedades privadas. Y Coquimbito, la casa que le dio la vista al río Aconcagua, está en medio de un trámite que promete su compra, con el propósito de retornar su figura al pueblo de Los Andes. Hace un año que la Municipalidad busca, en la promesa de concretar este proyecto, hacer un centro cultural en honor a Gabriela.  

Breno Donoso, sociólogo, escritor e investigador del legado espiritual de la poeta, cuenta que en “la escuela donde ella enseñó hay una escultura de metal oxidada muy abstracta, que ni siquiera uno tiene que saber que es Gabriela Mistral y es la única huella de ella en esa ciudad. No hay nada que conmemore su pasó por ahí, ninguna gestión cultural”.  

A más de 100 años de su ruta por Los Andes, es recién ahora cuando aparece la voluntad institucional por recobrar a Mistral. Más que por ella, que se haga por nosotros y nosotras, necesitados y necesitadas de su presencia.   

La senda de la pedagogía y el camino espiritual en la región 

En los últimos años, en la región de Valparaíso, han aparecido algunos textos que reúnen distintas facetas mistralianas. Un lugar trascendente para ella era la educación. Y la editorial de la Universidad de Valparaíso, con Pasión de enseñar pensamiento pedagógico (2017), publicó una obra que cruza el sentido más sumergido de esta vocación, a través de cartas, escritos y discursos que la poeta esboza a lo largo de su vida. Fue ese mismo amor por el oficio que la llevó a México, en 1922, a participar de la gran reforma educativa del ministro y pensador José Vasconcelos. En el texto se vislumbra la educación como un acto sagrado. También aparecen unos destellos del poder del cine para el aprendizaje de niñas y niños en su proceso educativo.  

Libros del Cardo imprimió Cuentos y autobiografías (2017), con textos que no se habían publicado en Chile y también autobiografías inéditas narradas en primera persona. Este trabajo permite adentrarse en el universo de Gabriela Mistral y marcar otras líneas de investigación. Aparecen lugares esotéricos y de botánica. 

Este año, en la misma editorial, aparece Gabriela Mistral, iniciática, astral y precursora. Se trata de un trabajo que demoró tres años en poder ejecutarse. Este libro ahonda en temas espirituales, de naturismo, lecturas que Mistral tenía en cuanto a la teosofía, una línea pro-Palestina, que no se conocía. También aparecen los rasgos precursores en cuanto a la forma y visión que ella tenía de la educación desde el cine, área que no ha sido muy investigada, pues Mistral, cuando viaja a Roma, fue designada como encargada del Instituto de Filmografía de la ciudad. Así, reflexiona sobre la necesidad de un cine documental para América Latina, para que los niños que estuvieran en zonas rurales pudieran entender la concepción de mundo a nivel globalizado, a través de los paisajes de otros países, pensando aperturas para otras formas de estudio.  

Junto con este libro llegan Los Esplendores, un proyecto de investigación de Breno Donoso, que consta de un ciclo de charlas. Doris Dana dijo en una de sus entrevistas, hablando de la poeta, que “si Gabriela hubiera vivido en Chile, no la hubiesen entendido” y Breno cree que Doris acierta. “Hubiese sido atrofiada su espiritualidad, su poética, debido que Chile es un país completamente chaquetero, misógino. Las palabras de Doris son vigentes incluso hoy”. Desde esta perspectiva Los Esplendores abren las puertas espirituales presentes en la vida y obra de Gabriela Mistral, “para que todos, todas y todes, tengan la oportunidad de conocer estas dimensiones espirituales que no son una o dos, son muchas, desde el ocultismo, cristianismo, yoga, diversas vertientes que nutrieron a la poeta”. 

Los Esplendores, nace de una investigación patrimonial de la biblioteca personal de Gabriela Mistral, que son los libros que ella reunió desde 1938 hasta la fecha de su muerte. “Son los libros que tenía en su velador, que rondaban su cotidiano y de esos, quinientos ochenta libros, más de la mitad, son de su dimensión espiritual”. El encuentro convoca a distintos especialistas que han estudiado a Mistral en esta dimensión espiritual, en los ríos profundos.  

El propósito, para Breno Donoso, es llevar este conocimiento a todas las personas que le interesen o quieran conocer la veta espiritual de Gabriela y, de paso, conocer la suya propia. “Sacándola de los moldes, sobres toda de la institucionalidad chilena que la ha petrificado, como la madre de hijos ajenos, como tierna y melosa y nada más, siendo que estamos frente a una mujer revolucionaria, contemporánea, critica, artística”. Los Esplendores es un proyecto Fondart que inicialmente se financió para la región de Coquimbo, pero a raíz de esta contingencia sanitaria del Covid-19 todo se volvió virtual, y entonces, se generó la posibilidad que no solo llegue a personas de la IV región, sino que sea para todas las personas del país y también en el extranjero, porque esta charla estará disponible en las plataformas virtuales.  

*Ilustración por Vladimir Morgado

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